Vocabulario de Ortega y Gasset (LOMCE, CyL)
Ajustado al decreto 363/2015 de la Junta de Castilla y León (LOMCE)
Con la entrada en vigor de la LOMCE y los estándares de aprendizaje, el currículum de Historia de la filosofía insiste en el manejo de una serie de términos de cada autor. A continuación puedes encontrar los de Ortega y Gasset:
- Objetivismo: teoría que defiende la existencia de un mundo real exterior, ajeno e independiente del sujeto. Esta tesis objetivista se complementa con una valoración positiva de la ciencia, que sería el conocimiento más adecuado para esta realidad. El objetivismo, esta afirmación fuerte de la realidad, caracterizará la primera etapa del pensador español, y en ¿Qué es filosofía? aparece representada por la tesis realista o positivista.
- Ciencia: para Ortega la ciencia es un conocimiento que parte de la necesidad y que asume como punto de partida la delimitación de su objeto. La relación entre ciencia y técnica: en Meditación sobre la técnica, Ortega defiende que la ciencia moderna es uno de los mejores ejemplos que confirman que la ciencia viene impulsada por la técnica. Pero igualmente, en otros textos afirma que la ciencia se justifica por su utilidad, por la fecundidad de sus aportaciones. En resumen, la ciencia sería un conocimiento que parcela la realidad, parte de la necesidad humana y viene avalada por la utilidad.
- Europeización: este término hace referencia a la postura orteguiana respecto al llamado “problema de España” que se planteó a finales del XIX e inicios del XX. Precisamente para distanciarse respecto a la propuesta de la generación del 98. Así, frente al “que inventen ellos” unamuniano, Ortega defender la apertura española a Europa. En su opinión, Europa ha de ser la salvación de España, y todos los ámbitos de la cultura (ciencia, arte, filosofía, política, etc) deben abrirse a las corrientes europeas. Esta defensa de Europa como salvación de España aparece en múltiples lugares de la obra orteguiana, en la que se puede leer, por ejemplo: “me importa más Europa que España, y España sólo me importa si integra espiritualmente Europa”
- Filosofía: es un saber radical, universal y necesario. Es radical, porque va a a la raíz de las cosas. Universal, porque a diferencia de la ciencia aspira al conocimiento del todo. Y necesario o, si se quiere, ineludible, porque es consecuencia de preguntas que ningún ser humano puede ignorar, pues pertenece a nuestra naturaleza el plantearnos las preguntas que dan pie a la filosofía y por ello nada hay más humano que la reflexión filosófica.
- Mundo: sería todo aquello exterior a nosotros mismos, ajeno al sujeto, pero considerado fundamentalmente en la medida que nos afecta. En ¿Qué es filosofía? Ortega define la vida como “encontrarse en el mundo” lo que le lleva a una pequeña caracterización de este concepto. Matiza en la lección X de esta obra que mundo no es sólo el conjunto de objetos o de cuerpos que nos rodea, sin relación alguna entre sí o con el sujeto, sino estas mismas cosas referidas al yo, consideradas como circunstancias que afectan al sujeto. Esta consideración de la realidad conectada con el sujeto aleja considerablemente a Ortega de su objetivismo inicial que describíamos al principio. El mundo ya no es sólo una realidad independientes al sujeto sino relacionada con el sujeto. Así leemos en la décima lección que señalábamos antes: “Mundo es sensu stricto lo que nos afecta. Y vivir es hallarse cada cual a sí mismo en un ámbito de temas, de asuntos que le afectan. Así, sin saber cómo, la vida se encuentra a sí misma a la vez que descubre el mundo. No hay vivir sino es en un orbe lleno de cosas, sean objetos o criaturas; es ver cosas y escenas, amarlas u odiarlas, desearlas o temerlas. Todo vivir es ocuparse con lo otro que no es uno mismo, todo vivir es convivir con una circunstancia”
- Circunstancia: es todo aquello que me rodea hasta el punto de formar parte de mi yo. En cierta forma es una palabra sinónima de la de “mundo” que acabamos de definir, pero cobra un especial significado en la conocida frase de Ortega en Meditaciones del Quijote: “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo a mi”. Circunstancia es por tanto mi mundo, todo el cúmulo de situaciones que estoy obligado a tener en cuenta a la hora de tomar una decisión, y que forman una parte esencial de mi propia vida, al mismo nivel que el yo. No hay un sujeto entonces aislado del mundo, que pueda elegir por encima de todo o contra todos, pero tampoco un esclavo de la realidad. La noción de circunstancia nos recuerda que la vida está siempre en un contexto, que está situada, y que no es posible vivir al margen de ese contexto, que llega a configurarnos como personas.
- Perspectiva: es el punto de vista individual, la visión del mundo y de la vida que cada uno de nosotros tiene y representa. Este concepto implica una subjetivización del conocimiento y la realidad, pero a diferencia de la propuesta de Nietzsche no implica romper con la verdad. Tal y como lo entiende Ortega la perspectiva no anula la búsqueda de la verdad: más bien es la aportación individual a la misma, y así se podría entender que la verdad emerge precisamente de la suma de perspectivas que constituyen el “panorama”, del que Ortega habla en ¿Qué es filosofía?.
- Razón vital: es el concepto que propone Ortega para superar la oposición entre racionalismo y vitalismo. La razón vital es pensamiento que nace de la vida, agarrado a la vida y que la proyecta más allá de sí misma. La razón tiende a alejarnos de la vida y a enredarnos en sus abstracciones, pero anteponer la vida a la misma tampoco es solución, pues es condenarse a habitar un presente permanente. Sin embargo, el ser humano es una mezcla de ambos: somos razón vital y esto implica que desde nuestro presente somos capaces de imaginar el futuro, de pensarlo y proyectarlo, de anticiparnos a la vida que está por venir.
- Raciovitalismo: es la teoría creada por Ortega para responder al racionalismo y al vitalismo, y la idea central de la misma es precisamente la de razón vital que acabamos de caracterizar. El racionalismo se equivoca al no prestar a la vida, el cambio y el presente la atención que merecen, pero tampoco el vitalismo acierta al despreciar la razón humana. El raciovitalismo pretende así mediar entre ambos subrayando que solo conjugando razón y vida podemos comprender bien lo que somos y en qué consiste nuestra vida.
- Vida: es aquello que experimentamos de un modo directo e inmediato. No hay que buscar abstracciones ni caracterizaciones complejas: la vida es lo más cercanos a nosotros, lo más sencillo y cotidiano. Y ahí es donde hemos de aplicar la razón, el contexto propio en el que ésta crece y se desarrolla, pero sin permitir que vaya mucho más allá de esa cercanía e inmediatez que han de estar siempre presentes. Ortega nos ofrece la siguiente aproximación a este escurridizo concepto: “Vida es lo que somos y lo que hacemos: es, pues, de todas las cosas la más próxima a cada cual” (¿Qué es filosofía? - Lección X)
- Categoría: con este término se refiere Ortega a los atributos propios de la vida. En la lección XI de ¿Qué es filosofía? Ortega continúa comentando el concepto de vida que había presentado en la lección anterior, y trata de concretar ante su auditorio cuáles son las categorías de la vida, es decir, las propiedades esenciales y definitorias de la misma. La expresión que utiliza en esta lección XI es ésta: “componentes, todos ellos forzosos, igualmente originarios e inseparables entre sí”. En la parte final de esta misma lección, menciona al menos estas características: existir por sí misma (ser transparente para sí, darse cuenta de sí y del mundo), circunstancia (lo que nos rodea, lo que está alrededor), fatalidad-libertad (circunstancia-sujeto), decisión, cuidado, proyecto o futurición.
- Libertad: a modo de aproximación (y no de definición) cabría definir la libertad en Ortega como capacidad de decidir y decidirse teniendo en cuenta nuestra circunstancia, nuestra situación social e histórica. Comparte ideas con el existencialismo: el ser humano hace el mundo, hace su vida y se hace como persona en cada una de sus decisiones. El ser humano se define por ser un proyecto, por estar siempre en una situación que le exige poner en práctica su libertad, pero no entendida de un modo absoluto, sino más bien limitado por el cúmulo de condicionantes que nos rodean.
- Idea: Es aquel pensamiento o incluso ocurrencia que ha sido creada por el sujeto o al menos adquirida conscientemente por el mismo. Una idea puede copiarse o podemos llegar a ella después de un trabajo de reflexión o investigación personal. De todas ellas, nos dice Ortega en Ideas y creencias, “podemos decir que las producimos, las sostenemos, las discutimos, las propagamos, combatimos en su pro y hasta somos capaces de morir por ellas. Lo que no podemos es ... vivir de ellas”. Las ideas incluyen por tanto todo nuestro pensamiento consciente, así como lo que hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestra vida. Ellas dependen de nosotros para su existencia, son “resultado de nuestra capacidad intelectual”.
- Creencia: son aquellos pensamiento que no creamos nosotros, sino que, antes bien, nos crean, pues nos preceden en el tiempo, y en cierta forma vivimos en ellas, estamos en ellas sin percatarnos de esta circunstancia. Las creencias nos preceden y nos vertebran sin que seamos capaces de darnos cuenta, e igualmente nos pervivirán. No dependen de nuestro pensamiento consciente, no las elegimos ni decidimos copiarlas o identificarnos con ellas, sino que estas creencias “nos hacen”, están ya presentes en un fondo social y cultural cuando comenzamos a pensar. Por ello titula Ortega el inicio de su ensayo: “Las ideas se tienen; en las creencias se está”.
- Historia: Ortega entiende la historia como la auténtica esencia del ser humano. Somos proyecto, y este proceso en que consistimos se proyecta en ese gran relato de la humanidad que es la historia. En Historia como sistema aparece una de las afirmaciones más conocidas de Ortega: “el hombre no tiene naturaleza, sino que tiene...historia”. Eso quiere decir que estamos siempre por hacer, tanto a nivel individual como en conjunto, tanto mi yo como la humanidad. Hay un pasado, pero también siempre un futuro por hacer. que puede llevarnos a situaciones mejores o peores que la actual. Tener historia implica no empezar de cero, sino partir de una experiencia acumulada, existiendo siempre un margen de libertad. La mejor definición de historia la encontramos en ese mismo artículo: “La historia es un sistema –el sistema de las experiencias humanas, que forman una cadena inexorable y única. De aquí que nada pueda estar verdaderamente claro en historia mientras no está toda ella clara.” Unas líneas más abajo aclara un poco más esta idea: “La historia es ciencia sistemática de la realidad radical que es mi vida. Es, pues, ciencia del más riguroso y actual presente. Si no fuese ciencia del presente, ¿dónde íbamos a encontrar ese pasado que se le suele atribuir, como tema? Lo opuesto, que es lo acostumbrado, equivale a hacer del pasado una cosa abstracta e irreal que quedó inerte allá en su fecha, cuando el pasado es la fuerza viva y actuante que sostiene nuestro hoy. No hay actio in distans. El pasado no está allí, en su fecha, sino aquí, en mí. El pasado soy yo –se entiende, mi vida.”
- Razón histórica: es tomar conciencia de la historia de la razón, lo cual implica revisar su pasado, sacar a flote las creencias en que se ha ido apoyando y especialmente analizar y asumir el presente en que se vive. Este concepto acuñado por Ortega pretende responder a la desilusión generada por la razón física o, si se quiere, el cientificismo. La ciencia no satisface al ser humano porque éste es fundamentalmente historia. Por ello, es preciso impulsar una nueva forma de entender la razón como algo construido y generado a lo largo de la historia, y no independiente de ella. La razón histórica es una razón situada, y por lo tanto limitada. Podemos leer en Historia como sistema: “Por eso ha de extender con todo su rigor la expresión razón histórica. No una razón extrahistórica que parece cumplirse en la historia, sino literalmente lo que al hombre le ha pasado, constituyendo la sustantiva razón, la revelación de una realidad trascendente a las teorías del hombre y que es él mismo por debajo de sus teorías.” El objeto propio de la razón histórica es el acontecer, el proceso, el flujo de acontecimientos que conectan el pasado con el presente. En otro conocido texto de este mismo ensayo: “La razón histórica, en cambio, no acepta nada como mero hecho, sino que fluidifica todo hecho en el fieri de que proviene: ve cómo se hace el hecho. No cree aclarar los fenómenos humanos reduciéndolos a un repertorio de instintos y «facultades» –que serían, en efecto, hechos brutos, como el choque y la atracción–, sino que muestra lo que el hombre hace con esos instintos y facultades, e inclusive nos declara cómo han venido a ser esos «hechos» –los instintos y las facultades–, que no son, claro está, más que ideas –interpretaciones– que el hombre ha fabricado en una cierta coyuntura de su vivir.”
- Generación: sería el conjunto de individuos que son capaces de identificarse entre sí en función de dos criterios, que serían una edad similar y una serie de símbolos o elementos culturales compartidos. Las generaciones coexisten en el tiempo y se van formando a lo largo de la historia, que no se puede entender solo como la sucesión de generaciones que se transmiten el protagonismo en la misma. Son muchas las generaciones que cohabitan en cada presente y todas ellas interactúan entre sí. Este concepto lo expone Ortega de un modo especial en La idea de la generación, donde podemos leer: “Ahora bien, el conjunto de los que son coetáneos en un círculo de actual convivencia es una generación. El concepto de generación no implica, pues, primariamente más que estas dos notas: tener la misma edad y tener algún contacto vital. Aún quedan en el planeta grupos humanos aislados del resto. Es evidente que aquellos individuos de esos grupos que tienen la misma edad que nosotros, no son de nuestra misma generación porque no participan de nuestro mundo. Pero esto indica, a su vez: 1°, que si toda generación tiene una dimensión en el tiempo histórico, es decir, en la melodía de las generaciones humanas, viene justamente después de tal otra —como la nota de una canción suena según sonase la anterior—; 2°, que tiene también una dimensión en el espacio. [...] Comunidad de fecha y comunidad espacial son, repito, los atributos primarios de una generación. Juntos significan la comunidad de destino esencial.”
- Hombre-masa: es el hombre que carece de iniciativa propia, que no aporta al progreso de la sociedad o de la historia, sino que vive de las innovaciones que introduce el hombre selecto. Ortega nos ofrece varias caracterizaciones de este concepto en La rebelión de las masas: “Este hombre-masa es el hombre previamente vaciado de su propia historia, sin entrañas de pasado y, por lo mismo, dócil a todas las disciplinas llamadas «internacionales». Más que un hombre, es sólo un caparazón de hombre constituido por meras idola fori; carece de un «dentro», de una intimidad suya, inexorable e inalienable, de un yo que no se pueda revocar. De aquí que esté siempre en disponibilidad para fingir ser cualquier cosa”. “El hombre-masa es el hombre cuya vida carece de proyectos y va a la deriva. Por eso no construye nada, aunque sus posibilidades, sus poderes, sean enormes”. “Masa es todo aquel que no se valora a sí mismo -en bien o en mal- por razones especiales, sino que se siente «como todo el mundo» y, sin embargo, no se angustia, se siente a saber al sentirse idéntico a los demás”.
- Hombre selecto: frente al hombre-masa, el hombre selecto representa el espíritu aristocrático de la sociedad y la historia. No se trata de una aristocracia económica o política, sino fundamentalmente cultural. El hombre selecto tiene iniciativa personal, asume su lugar en la historia y la sociedad y sobre todo trata de desarrollar al máximo todas sus capacidades. Asume su misión histórica de mejorar la sociedad y el tiempo que vive, ajeno a todas las estrategias de manipulación, las modas o los movimientos de masas. Valga esta caracterización del propio Ortega: “el hombre selecto no es el petulante que se cree superior a los demás, sino el que se exige más que los demás, aunque no logre cumplir en su persona esas exigencias superiores.” Este concepto encarna una de las ideas centrales de La rebelión de las masas: “He dicho, y sigo creyendo, cada día con más enérgica convicción, que la sociedad humana es aristocrática siempre, quiera o no, por su esencia misma, hasta el punto de que es sociedad en la medida en que sea aristocrática, y deja de serlo en la medida en que se desaristocratice.”