Llevamos un tiempo en el que da la sensación de estar fraguándose algo importante. Parece que no hubiera día en el que algún suceso o noticia no nos acercara un poco más a una reconfiguración de nuestra sociedad, sea a nivel político, económico o social. Es más que posible que sea sólo una percepción particular y que dentro de unos meses, no digamos ya unos años, nos habremos olvidado de primas de riesgo, rescates, manifestaciones multitudinarias o consultas independentistas. Entre otras cosas, porque quizás ya estaremos rescatados, salvados o fuera de Europa, la configuración institucional de nuestro país haya cambiado o porque antes o después cesarán las manifestaciones, sea porque logran su objetivo o porque creen que no hay motivos para seguir convocándolas. Pero mientras todo esto llega, hay ciertas cosas que no se pueden dejar pasar. Una de ellas es ese elogio a la "mayoría silenciosa" que ha realizado públicamente nuestro presidente. Algo a lo que son muy dados los políticos: capitalizar y contar a su favor a todos aquellos que no se manifiestan, sea en uno u otro sentido.
Y es que tiene mucha razón el presidente. Es de cajón: la mayoría de los españoles no estábamos allí. Para empezar por motivos físicos: ni entramos todos, ni es posible que nos desplacemos todos. Pero lo que es más importante aún: por motivos ideológicos. Puede que sean muchos los que están en contra de movimientos como el 15M o el 25S, que no son exactamente lo mismo. Y a tenor de los últimos resultados electorales, son también muchos los que han apoyado con su voto al actual presidente. Pero esto no quiere decir que toda esa "mayoría sileciosa" esté contra las manifestaciones y mucho menos que apoye al presidente y las políticas que está poniendo en práctica. La falacia es habitual en política: cuando interesa se toma la parte por el todo ("el pueblo español me ha dado un mandato en las urnas") o viceversa. Personalmente soy uno más de esos, sólo una gota de agua en el oceano, de esa mayoría silenciosa, y no comparto muchas de las decisiones que ha tomado en el año escaso que lleva actuando el gobierno.
Dicho en otras palabras: la mayoría puede ser silenciosa, pero no mansa o acrítica, que parece ser las "cualidades" que nuestro presidente aprecia en la sociedad. No puede ni tiene que olvidar, que esta mayoría silenciosa es la misma que antes o después le quitará del puesto que ocupa en la actualidad. La alternancia de partidos es un mecanismo de los sistemas democráticos que viene movido por mayorías silenciosas. Las mismas que encuentran intolerable que la clase política mantenga ciertos privilegios, que no se cuestione el gasto público en instituciones de dudosa efectividad o que consideran inaceptable la corrupción política y la falta de honestidad. Mayorías silenciosas que quizás nunca acudan a actos multitudinarios de partidos ni de sindicatos, porque ni tienen carnet ni quieren tenerlo. Prefieren el pensamiento libre y autónomo antes que el alineamiento intelectual. Y mayorías silenciosas que pensando por sí mismas se dan perfecta cuenta de que las políticas de restricciones se dirigen siempre contra los mismos, buscando excusas de dudosa legitimidad para tocar temas que, por cobardía política o falta de capacidad, se vienen aplazando décadas. En silencio seguirá esa mayoría, pensando muy bien en las próximas citas electorales.
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