Autonomía en Immanuel Kant
Es uno de los rasgos distintivos de la ética de Kant, y consiste en la capacidad del sujeto de darse normas a sí mismo, conforme a la razón que se pone en juego en esta actividad. La autonomía va ligada así a la racionalidad y termina convertida en la clave de la ética de Kant: pretende ser una de las primeras éticas autónomas de la historia, frente a los planteamientos heterónomos que le precedieron. Las éticas materiales nos proporcionan un conjunto de deberes supeditados a una concepción de la felicidad. La ética forma de Kant es una ética de la autonomía y en este sentido representa una invitación permanente a que sea el propio sujeto en el ejercicio de su racionalidad, el que determina qué debe hacer en cada circunstancia. Así, la autonomía dará el salto de la ética a la filosofía de la historia: la célebre definición kantiana de la Ilustración como “salida del hombre de su autoculpable minoría de edad” señala la autonomía como el valor ilustrado por excelencia.